martes, 5 de agosto de 2008

Mi papá le ganó al campeón

Cuando pasen los años, cuando todo se enfríe, cuando los resultados sean estadísticas y cuando las fotos muestren más pelo y menos canas que en la vida cotidiana: una nueva generación va a enarbolar la frase “mi papá le ganó al campeón”.

Si bien muchos festejaron y se emocionaron con el triunfo de Urú Curé sobre Tala el último sábado, creo que son pocos los que han pensado más allá del presente y se dieron cuenta que el célebre 29 a 22 final ya es parte de la historia.

No todos los días se le gana a uno de los mejores equipos del país. Doce años se tuvo que esperar para festejar ante un rival de tamaña valía. Con decir que el único que pudo repetir el grito triunfal fue Guillermo Rojo, hoy capitán del equipo y en aquel 1996 integrante del plantel que doblegó al blanquinegro cordobés.

No descubrimos nada si mencionamos que las diferencias entren ambos equipos son numerosas en favor de Tala. Lo que si podemos revelar es que aún hay partidos de rugby que se ganan con el corazón que se pelean con el amor propio; no son muchos, pero tuvimos la suerte de ver esa especie en extensión en la cancha de la “lechuza”.

Tal vez los “huevos” ya no ganen campeonatos, pero si imprimen los textos que luego se transforman en leyenda. Sáquese el gusto y haga una encuesta improvisada entre los amantes del rugby y pregunte que recuerda más: si un partido ganado jugando perfecto tácticamente o uno en donde se definió a pura garra y en el último minuto.

El trabajo físico, táctico y técnico son los que marcan el camino hacia el éxito. Pero el corazón, la garra y el amor propio marcan el camino de los que escriben la historia.

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